Introducción
Cuando pensamos en los sentidos, generalmente se nos vienen a la mente los cinco más conocidos: vista, oído, gusto, olfato y tacto. Este último es el que vamos a enfocar en el presente artículo, ya que el tacto nos permite percibir una gran variedad de sensaciones a través de nuestra piel, desde el calor hasta la humedad, pasando por texturas de todo tipo. ¿Qué características identificamos con el tacto? Descubre más sobre este sentido tan importante para nuestra experiencia sensorial.
Piel suave
Una de las características más obvias que asociamos con el tacto es aquella que nos permite sentir la suavidad o la rugosidad de una superficie. Es por eso que solemos buscar prendas con un buen tejido, como la seda o el algodón, y disfrutamos de acariciar la piel de los animales, en especial si es suave como la de un gato o un conejo. La piel suave transmite una sensación agradable que puede incluso relajar los músculos.
Texturas que nos provocan rechazo
Al igual que hay texturas que nos agradan, hay otras que nos provocan una sensación de rechazo o incluso de asco. En este sentido, la piel nos permite identificar fácilmente cuando estamos en contacto con algo pegajoso, resbaladizo, áspero o incluso viscoso. Por ejemplo, a mucha gente no le gusta tocar la piel de una serpiente o incluso de una rana, mientras que otras personas no soportan la sensación de tener las manos pringosas.
La temperatura de los objetos
El tacto también nos brinda la capacidad de percibir la temperatura de los objetos. De este modo, podemos identificar si algo está caliente o frío, un dato muy útil para evitar quemaduras y otros accidentes. Además, la temperatura de los objetos puede influir en nuestra percepción de su textura: por ejemplo, un objeto metálico puede parecer más frío de lo que realmente es, lo que puede generar una falsa impresión de dureza.
La presión y la fuerza necesarias para hacer algo
Otra característica relacionada con el tacto es la que nos permite medir la presión y la fuerza necesarias para hacer algo con las manos. Podemos, por ejemplo, determinar la presión que necesitamos aplicar para cortar una fruta, o valorar la fuerza con la que debemos abrir una puerta o apretar un botón. Es una habilidad que adquirimos desde la infancia y que nos ayuda en muchas actividades cotidianas.
Conclusion
El sentido del tacto nos brinda una gran cantidad de información valiosa sobre nuestro entorno, y es uno de los principales responsables de que podamos interactuar con el mundo de manera efectiva. Gracias a él podemos sentir la suavidad de la tela de un jersey, evitar objetos calientes o afilados, apreciar distintas texturas y determinar la presión y la fuerza necesarias para hacer algo con las manos. Cada uno de estos aspectos es fundamental para nuestra adaptación al mundo, y se convierten en parte esencial de nuestra experiencia sensorial. Por eso, aunque lo demos por sentado, debemos recordar que el sentido del tacto es un regalo valioso que debemos valorar y cuidar en nuestro día a día.