Introducción
Teotihuacán es una de las ciudades más emblemáticas y enigmáticas de la antigua Mesoamérica. Su Colina de los Muertos, así como las grandes estructuras arquitectónicas que la definen, han sido objeto de innumerables estudios y teorías. Aun así, poco se sabe sobre la vida política de la ciudad durante su apogeo. ¿Cómo se organizaba, quiénes la dirigían y qué medidas tomaban para mantener su estatus como una de las grandes ciudades mesoamericanas? En este artículo exploraremos la política de Teotihuacán y cómo esta pudo influir en su papel como una ciudad icónica del antiguo mundo prehispánico.
Origen y gobierno
Teotihuacán fue fundada en el siglo I d.C. y fue desde entonces el hogar de una sociedad multicultural cuyos orígenes todavía se debaten. Estudios arqueológicos han demostrado que la ciudad se compone de pequeñas unidades de vivienda llamadas calpulli, cada una de las cuales tenía su propio jefe o líder. Debido a que estas unidades eran la base de la sociedad, es probable que se haya operado un sistema de poder descentralizado en Teotihuacán.
Sin embargo, también se han encontrado evidencias de que la ciudad fue gobernada por una élite, que podía haberse originado en los grupos de artesanos de la zona. Los trabajadores especializados, como los alfareros y los lapidarios, que eran fundamentales para la economía de la ciudad, podrían haber tenido una estrecha relación con el poder municipal. A pesar de que no sabemos mucho acerca de cómo se organizaba este gobierno, se cree que el sistema era jerárquico, lo que significa que había una clara distinción de poder entre los gobernantes y los gobernados.
Construcción y expansión política
La política de Teotihuacán puede haber sido una de las claves para comprender su expansión. Los especialistas creen que la ciudad alcanzó su apogeo entre los siglos III y VI d.C., gracias al control de rutas comerciales y a una economía basada en la producción de cerámica, obsidiana y otros materiales. Estos recursos le permitieron financiar un programa arquitectónico colosal, con la construcción de la Pirámide del Sol, la Ciudadela y las enormes avenidas que conectaban la ciudad.
Además, la política defensiva también fue esencial para mantener la estabilidad. La invasión de Teotihuacán por los Xolotl, una etnia que habitaba en la zona de lo que hoy es Tula, se cree que fue el resultado de conflictos políticos internos. El colapso de la élite gobernante permitió que los Xolotl tomaran el control de la ciudad y que fundaran una nueva capital en Tula.
Ritos y religiones
La ciudad tenía también una religión opulenta y ritualizada. Los especialistas creen que los teotihuacanos adoraban a una deidad trina conocida como la deidad Tres Veces Soberana y que los rituales incluían sacrificios humanos y la práctica de la auto-flagelación. A pesar de que la religión no estaba centralizada, la élite pudo haber controlado los templos, así como la autoridad sacerdotal.
Conclusión
Teotihuacán tuvo una larga y compleja vida política que ha sido difícil de descifrar. No se sabe cómo se organizaba su gobierno, ni quiénes tenían el poder real. A pesar de ello, la ciudad se estableció a sí misma como una de las más influyentes de Mesoamérica. La estabilidad en materia de defensa y economía, así como la religión ritualizada, pueden haber sido factores clave para mantener el poder y el valor icónico de Teotihuacán en la mente de las culturas posteriores. A medida que se siguen realizando investigaciones en la zona, es posible que se puedan desentrañar nuevos secretos sobre la política de Teotihuacán y cómo se relacionaba con su prominencia.